REPRODUCCION

CRIA

En las regiones áridas del interior de Australia la lluvia no tiene carácter estacional, como sucede en el caso en las zonas costeras, y resulta totalmente impredecible cuándo aparecerá. Como resultado de esta situación, el diamante mandarín se ve condicionado por la meteorología en cuanto a su ciclo de cría y debido a tal circunstancia comienza a construir su nido tan pronto como empieza a llover. Este ciclo se halla tan ligado a las precipitaciones que la especie puede llegar a tener dos o tres puestas en un año o por el contrario no realizar ninguna si no llega la lluvia. El vínculo que une a la pareja es fuerte, y se cree que se establece para toda la vida hasta que uno de los dos muere, en cuyo caso el que sobrevive buscará un nuevo compañero.

En las áreas de Australia en que las condiciones climatológicas son menos rigurosas, la cría más regular y tiene lugar generalmente a lo largo de todo el año con la sola excepción de los meses más fríos del invierno.

Construcción del nido

Las lluvias darán lugar a que hagan su aparición las plantas gramíneas con las que se alimenta el diamante mandarín, y también muchos insectos, por cuyo motivo no pierde tiempo y procede a construir su nido. Se ha podido observar que en aquellos lugares en que la disponibilidad de agua es más segura a lo largo de todo el año, es la hembra en solitario la que construye el nido mientras que el macho lleva a cabo la labor de transportar los materiales.

Sin embargo, tratándose de la parte interna, ambos contribuyen a su acabado, lo cual indudablemente se debe a la necesidad de imprimir cierta celeridad al ciclo de cría. Los puntos elegidos para instalar el nido varían considerablemente y lo mismo ocurre con la calidad del mismo. Ante todo, el mayor grado de preferencia se inclina por los arbustos espesos pero conviene señalar que el diamante mandarín lo instalará en cualquier lugar que estime apropiado, incluido el suelo entre la hierba. También puede ocurrir que se decida por antiguos nidos de otros pájaros, huecos existentes en los árboles, termiteros, postes e inclusos grandes nidos constituidos por ramaje y previamente ocupados por aves de presa.

La parte externa del nido se halla formada por ramitas o raíces que derivan hacia otras de tipo más suave y de menor dimensión a medida que se van acercando al punto en que tendrá lugar la cría de los polluelos, el cual se halla recubierto de plumas, briznas de hierba, pelos de conejo y cualquier otro material que la pareja haya podido conseguir. El nido puede estar rematado por una cúpula pero también puede que carezca de cubierta y ciertamente podemos decir que no responde a la bella estructura que caracteriza el de las especies de auténticos tejedores.

Huevos

El número de huevos de una puesta puede estar entre los 3 y los 7. Son de color blanco puro y su tamaño es asimismo variable, incluso dentro de una misma puesta, pero tamaño medio ronda los 15 mm.

Incubación

Los huevos son incubados por ambos progenitores que los incuban por turnos de aproximadamente una hora y media. Cada uno de ellos abandona el nido al oír el canto de llamada de su pareja cuando ésta se aproxima y de este modo el relevo no tiene lugar en el interior. Durante la noche, en cambio, ambos pájaros permanecen dentro. La incubación generalmente se inicia una vez que ha sido puesto el cuarto huevo y dura entre 12 y 15 días, lo cual depende de la temperatura reinante.

Emancipación

Los jóvenes polluelos crecen con mucha rapidez, generalmente se hallan en condiciones de abandonar el nido al alcanzar las tres semanas de edad. Regresan sin embargo de forma continuada para pasar la noche junto a sus padres quienes siguen alimentándolos hasta que tienen diez días más, en cuyo momento ya son plenamente independientes.

En dicho instante pueden abandonar el nido para buscar su propio lugar en el que poder pasar la noche o también cabe que utilicen el nido de sus padres si la hembra decide que querría uno nuevo para su próxima puesta.